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martes, 1 de agosto de 2017

SANTA MARÍA DE LOS ÁNGELES O DE LA PORCIÚNCULA.

SANTA MARÍA DE LOS ÁNGELES o DE LA PORCIÚNCULA.
La ermita de Santa María de los Ángeles, situada en el paraje llamado Porciúncula, a pocos kilómetros de Asís, fue el lugar sagrado preferido por san Francisco. En la ermita y sus alrededores se desarrollaron muchos hechos decisivos de la vida y obra del Santo. Allí comenzó la Orden Franciscana, allí inició santa Clara su aventura evangélica, allí tenían los frailes su casa solariega, allí murió Francisco. Pero antes, en 1216, obtuvo allí de Cristo, por intercesión de la Virgen, el privilegio del «Perdón de Asís» o «Indulgencia de la Porciúncula», confirmado por Honorio III a partir del 2 de agosto de aquel año, renovado y extendido luego por otros papas. En el siglo XVI, para acoger a los numerosos fieles que acudían a lucrar la indulgencia, se construyó el grandioso templo, que alberga en su centro la humilde ermita, declarado en 1909 basílica patriarcal. Las condiciones para ganar la indulgencia son: visitar una iglesia franciscana, rezar un padrenuestro y un credo, confesar y comulgar y orar por las intenciones del Papa.-
Oración:
Concédenos, Señor, por intercesión de la Virgen, Reina de los Ángeles, que participemos como ella de la plenitud de tu gracia. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.



PARA TENER EL ESPÍRITU DE ORACIÓN Y DEVOCIÓN
Pensamiento bíblico :
Dice el libro de la Sabiduría: -Tú, poderoso soberano, juzgas con moderación y nos gobiernas con gran indulgencia, porque puedes hacer cuanto quieres. Obrando así enseñaste a tu pueblo que el justo debe ser humano, y diste a tus hijos la dulce esperanza de que, en el pecado, das lugar al arrepentimiento (Sab 12,18-19).
Pensamiento franciscano :
Dice san Francisco en su Paráfrasis del Padrenuestro: -Perdona nuestras ofensas: por tu misericordia inefable, por la virtud de la pasión de tu amado Hijo y por los méritos e intercesión de la beatísima Virgen y de todos tus elegidos (ParPN 7).
Orar con la Iglesia:
Proclamemos las grandezas de Dios Padre que quiso que todas las generaciones felicitaran a María, la Madre de su Hijo.
-Oh Dios, que has querido que la Inmaculada Virgen María participara en cuerpo y alma de la gloria de Jesucristo, haz que también nosotros caminemos hacia esa misma gloria.
-Tú que nos diste a María por madre, concede, por su mediación, salud a los enfermos, consuelo a los tristes, perdón a los pecadores.
-Tú que hiciste de María la llena de gracia, concédenos la abundancia de tu misericordia y de tu amor.
-Haz, Señor, que tu Iglesia tenga un solo corazón y una sola alma por el amor a ti y a los hombres.
-Concédenos, Señor, a tus fieles que perseveremos unánimes en la oración con María mientras esperamos a tu espíritu. 
«EL PERDÓN DE ASÍS»
Benedicto XVI, del Ángelus del 2 de agosto de 2009
Queridos hermanos y hermanas:
Hoy contemplamos en san Francisco de Asís el ardiente amor por la salvación de las almas, que todo sacerdote debe alimentar constantemente: en efecto, hoy se celebra el llamado «Perdón de Asís», que obtuvo del Papa Honorio III en el año 1216, después de haber tenido una visión mientras se hallaba en oración en la pequeña iglesia de la Porciúncula. Apareciéndosele Jesús en su gloria, con la Virgen María a su derecha y muchos ángeles a su alrededor, le dijo que expresara un deseo, y Francisco imploró un «perdón amplio y generoso» para todos aquellos que, «arrepentidos y confesados», visitaran aquella iglesia. Recibida la aprobación pontificia, el santo no esperó ningún documento escrito, sino que corrió a Asís y, al llegar a la Porciúncula, anunció la gran noticia: «Hermanos míos, ¡quiero enviaros a todos al paraíso!». A partir de entonces, desde el mediodía del 1 de agosto hasta la medianoche del 2, se puede lucrar, con las condiciones habituales, la indulgencia plenaria también por los difuntos, visitando una iglesia parroquial o franciscana.
SANTA MARÍA DE LOS ÁNGELES
O DE LA PORCIÚNCULA

Tomás de Celano: Vida de San Francisco
(2 Cel 18-19 y 1 Cel 106)
El siervo de Dios Francisco, pequeño de talla, humilde de alma, menor por profesión, estando en el siglo, escogió para sí y para los suyos una porcioncilla del mundo, ya que no pudo servir de otro modo a Cristo sin tener algo del mundo. Pues no sin presagio divino se había llamado de antiguo Porciúncula éste lugar que debía caberles en suerte a los que nada querían tener del mundo.
Es de saber que había en el lugar una iglesia levantada en honor de la Virgen Madre, que por su singular humildad mereció ser, después de su Hijo, cabeza de todos los santos. La Orden de los Menores tuvo su origen en ella, y en ella, creciendo el número, se alzó, como cimiento estable, su noble edificio.
El santo amó este lugar sobre todos los demás, y mandó que los Hermanos tuviesen veneración especial por él, y quiso que se conservase siempre como espejo de la Religión en humildad y pobreza altísima, reservada a otros su propiedad, teniendo el santo y los suyos el simple uso.
Se observaba en él la más estrecha disciplina en todo, tanto en el silencio y en el trabajo como en las demás prescripciones regulares. No se admitían en él sino hermanos especialmente escogidos, llamados de diversas partes, a quienes el santo quería devotos de veras para con Dios y del todo perfectos. Estaba también absolutamente prohibida la entrada de seglares. Los moradores de aquel lugar estaban entregados sin cesar a las alabanzas divinas día y noche, y llevaban vida de ángeles, que difundía en torno maravillosa fragancia.
Y con toda razón. Porque, según atestiguan antiguos moradores, el lugar se llamaba también Santa María de los Angeles. El bienaventurado Padre solía decir que por revelación de Dios sabía que la Virgen Santísima amaba con especial amor aquella iglesia entre todas las construidas en su honor a lo ancho del mundo, y por eso el Santo la amaba más que a todas.
Pues, aunque sabía que en todo rincón de la tierra se encuentra el reino de los cielos y creía que en todo lugar se otorga la gracia divina a los elegidos de Dios, él había experimentado que el lugar de la iglesia de Santa María de la Porciúncula estaba henchido de gracia más abundante y que lo visitaban con frecuencia los espíritus celestiales. Por eso solía decir muchas veces a los hermanos:
«Mirad, hijos míos, que nunca abandonéis este lugar. Si os expulsan por un lado, volved a entrar por el otro, porque este lugar es verdaderamente santo y morada de Dios. Fue aquí donde, siendo todavía pocos, nos multiplicó el Altísimo; aquí iluminó el corazón de sus pobres con la luz de su sabiduría; aquí encendió nuestras voluntades en el fuego de su amor. Aquí el que ore con corazón devoto obtendrá lo que pida, y el que profane este lugar será castigado con mucho rigor. Por tanto, hijos míos, mantened muy digno de todo honor este lugar en que habita Dios y cantad al Señor de todo corazón, con voces de júbilo y de alabanza».
Fuente http://www.franciscanos.org 

Fraterno Saludo de Paz y Bien!
Jorge Luis