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domingo, 14 de agosto de 2016

AÑO FRANCISCANO- DÍA 14 DE AGOSTO

DÍA 14 DE AGOSTO

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SAN MAXIMILIANO MARÍA KOLBE . Nació cerca de Lodz (Polonia) en 1894. Ingresó en los Franciscanos Conventuales, estudió en Roma y allí recibió la ordenación sacerdotal. Pronto, encendido en el amor a la Madre de Dios, fundó la asociación «Milicia de la Inmaculada» que propagó con entusiasmo con varias publicaciones y a cuyo servicio fundó la «Ciudad de la Inmaculada». En 1930 marchó como misionero a Japón, donde se esforzó por extender la fe cristiana bajo el patrocinio de la misma Virgen Inmaculada. Vuelto a Polonia en 1936, intensificó la publicación y difusión de revistas marianas. Desencadenada la II Guerra Mundial, fue detenido por los nazis e internado en el campo de concentración de Oswiecim o Auschwitz (Cracovia, Polonia), donde lo destinaron a un trabajo tan penoso como el de trasportar cadáveres al crematorio. Y allí murió el 14 de agosto de 1941, tras haberse ofrecido voluntariamente a sustituir a un padre de familia condenado a la muerte por hambre. Juan Pablo II lo canonizó en 1982 y decretó que se le venerase también como mártir.- Oración : Oh Dios, que al mártir san Maximiliano María Kolbe, apóstol de la Inmaculada, le llenaste de celo por las almas y de amor al prójimo; concédenos, por su intercesión, trabajar generosamente por tu gloria en el servicio de los hombres y tener el valor de asemejarnos a tu Hijo, incluso hasta en la muerte. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
SANTOS DOMINGO IBÁÑEZ DE ERQUICIA y FRANCISCO SHOYEMON. Son dos mártires dominicos, el primero español y el segundo japonés, que sufrieron en Nagasaki (Japón), el 14 de agosto de 1633, el tormento de la hoya y la horca: colgados por los pies, con los cuerpos pendientes e inmovilizados, quedaban sus cabezas metidas en una hoya llena de inmundicias nauseabundas que los iban asfixiando lentamente. Domingo nació en Régil (Guipúzcoa, España) el año 1589. De muy joven ingresó en los Dominicos, se ofreció para ir a las misiones de Oriente y en 1611 se embarcó para Filipinas. Allí recibió la ordenación sacerdotal y estuvo trabajando hasta que, en 1623, marchó a Japón, donde desarrolló su apostolado en la clandestinidad y en medio de grandes peligros por la persecución a que estaban sometidos los cristianos. Este ministerio duró diez años, pues a mediados de 1633 fue arrestado y luego martirizado. Francisco era un cristiano japonés que se unió al P. Domingo como catequista y compañero en su trabajo misionero. Lo arrestaron por ser colaborador de los misioneros. En la cárcel pidió al P. Domingo que lo admitiera en la Orden como hermano lego, y quedó inscrito como novicio. Compartió la suerte de su padre espiritual.
BEATO SANTOS BRANCORSINI DE MONTEFABBRI. Nació en Montefabbri (Urbino, Italia) el año 1343. Recibió una esmerada educación. Inició la carrera militar siguiendo las costumbres de aquel tiempo y la familia lo envió a Urbino para que estudiara jurisprudencia. Una riña casual con un amigo íntimo originó un incidente de armas y en legítima defensa hirió al amigo, que luego murió. Este hecho le llevó, el año 1362, a abrazar la vida religiosa en la Orden franciscana como hermano lego. Pronto destacó por su vida y virtudes, su oración y su penitencia, por lo que los superiores le confiaron la formación de los novicios laicos. Además ejerció el oficio de limosnero y de cocinero. De él se cuentan muchas anécdotas y hechos maravillosos en favor sobre todo de los pobres y enfermos que acudían al convento. Profesó una singular devoción a la Eucaristía y a la Virgen. Murió el 14 de agosto de 1394 en el eremitorio de Scotaneto (Mombaroccio, Marcas).
BEATA ISABEL RENZI. Nació en Saludecio (Emilia-Romaña, Italia) el año 1786. A los nueve años entró en el monasterio de clarisas de Mondaino como educanda y más tarde profesó en las agustinas de Pietrarubbia. Cuando Napoleón suprimió los conventos en 1810, volvió a su casa. En 1824 entró a trabajar en el «Conservatorio» de Coriano, una escuela para la educación de las muchachas más pobres. Hubo un intento de unir el Conservatorio con la obra de las Canosianas, y santa Magdalena de Canosa visitó Coriano, pero ésta misma aconsejó a Isabel que siguiera al frente del Conservatorio. A partir del mismo fundó Isabel en 1828 la Congregación de las Maestras Pías de la Dolorosa y puso todo su empeño en que las niñas pobres recibieran en las escuelas una formación humana y catequística. Isabel dedicó el resto de su vida a la formación de sus hermanas y a la consolidación de su instituto. Murió en Coriano el año 1859.
BEATOS BERARDO DE VISANTOÑA Y COMPAÑEROS MÁRTIRESBEATOS BERNARDO DE VISANTOÑA Y COMPAÑEROS MÁRTIRES, Capuchinos. El 21-VII-1936, al inicio de la persecución religiosa en España, los milicianos asaltaron el convento capuchino de Gijón (Asturias) y detuvieron a sus religiosos. El 14 de agosto de 1936, después de 24 días de dura prisión, en la que los frailes rezaron y consolaron a sus compañeros de infortunio, los llevaron al cementerio de Jove (Asturias) y los fusilaron mientras ellos gritaban: «¡Viva Cristo Rey!», «Os perdonamos». Después rociaron con gasolina los cadáveres y les prendieron fuego; al enterrarlos echaron cal sobre ellos. Bernardo de Visantoña nació en Visantoña (La Coruña) en 1878. Hizo su primera profesión en 1901. Después de su ordenación sacerdotal en 1909, lo ! enviaron a Roma para ampliar estudios. A su regreso, se dedicó a la docencia en sus casas de formación y ejerció cargos de autoridad, incluido el de superior provincial de Castilla de 1919 a 1922. Arcángel de Valdavida nació en Valdavida (León) el año 1882. Profesó en 1900 y recibió la ordenación sacerdotal en 1909. En 1912 marchó a las misiones de América (Venezuela, Puerto Rico y Cuba). De regreso a España, enfermo de la vista, su apostolado se limitó al confesonario. Ildefonso de Armellada nació en Armellada (León) en 1874. Estudió en el seminario de Astorga y se ordenó sacerdote en 1900. Dos años después ingresó en los capuchinos y profesó en 1903. Se dedicó luego a la enseñanza y a la predicación, y le confiaron cargos de autoridad conventual. Alejo de Terradillos nació en Terradillos (León) el año 1874. Vistió el hábito capuchino como hermano laico en 1906. En 1934 lo destinaron a Gijón, donde le confiaron el oficio d! e portero. Eusebio de Saludes nació en Salude! s de Castroponce (León) en 1885. Profesó como hermano laico en 1908. Estuvo en Cuba de 1919 a 1927. Grandemente imposibilitado para el trabajo, regresó a España. Cuando lo detuvieron, yacía en un jergón sin poder apenas sostenerse de pie. Beatificados el 13-X-2013. [Más información]
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San Antonio Primaldo y compañeros mártires, también llamados «Mártires de Otranto». El verano de 1480, las tropas turcas se presentaron ante el puerto de Otranto (Apulia, Italia) y asaltaron la ciudad; murieron el arzobispo y multitud de sacerdotes, religiosos y seglares. Vencida la ciudad, el general turco hizo que le presentaran a los varones mayores de 15 años, que fueron en total unos 800. Les conminó a abrazar el Islam con amenazas de muerte o, por el contrario, grandes promesas. Capitaneados y exhortados por Antonio Primaldo, un anciano de oficio tejedor, todos se mantuvieron firmes en su fe en Cristo y fueron decapitados. Esto sucedía el 14 de agosto de 1480. Canonizados el año 2013.
San Arnulfo de Soissons. Nació en Flandes hacia el año 1040 y, siguiendo su tradición familiar, abrazó la carrera militar. Más tarde abandonó las armas y el mundo, y se hizo monje en el monasterio de Soissons, del que sería elegido abad. En atención a sus talentos y virtudes, el Concilio de Meaux lo nombró obispo de Soissons el año 1080. En su tarea episcopal se esforzó en buscar la paz y la concordia. Murió el año 1087 en el monasterio de Oudenbourg que él mismo había fundado años antes.
San Eusebio de Roma. Clérigo romano que fundó la basílica que lleva su nombre en el monte Esquilino de Roma.
San Fachanan (o Fachtna). Obispo y abad de Ross (Irlanda) que fundó en este lugar un monasterio, célebre por la enseñanza de las ciencias divinas y humanas. Su vida se sitúa en el siglo VI.
San Marcelo de Apamea. Obispo de Apamea en Siria, que fue martirizado el año 390 por los paganos enfurecidos porque había destruido un templo dedicado a Júpiter.
San Ursicino. Sufrió el martirio en la provincia romana del Ilírico (en la actual Croacia) a principios del siglo IV.
Beatos Antonio Primaldo y compañeros mártires, también llamados «Mártires de Otranto». El verano de 1480, las tropas turcas se presentaron ante el puerto de Otranto (Apulia, Italia) y asaltaron la ciudad; murieron el arzobispo y multitud de sacerdotes, religiosos y seglares. Vencida la ciudad, el general turco hizo que le presentaran a los varones mayores de 15 años, que fueron en total unos 800. Les conminó a abrazar el Islam con amenazas de muerte o, por el contrario, grandes promesas. Capitaneados y exhortados por Antonio Primaldo, un anciano de oficio tejedor, todos se mantuvieron firmes en su fe en Cristo y fueron decapitados. Esto sucedía el 14 de agosto de 1480.
Beatos Eliseo María Camargo y 3 compañeros mártires, Carmelitas Calzados. Estos cuatro religiosos laicos pertenecían a la comunidad de la Orden Carmelitana de Hinojosa del Duque (Córdoba). El 14 de agosto de 1936 los milicianos asaltaron por segunda vez el convento, y allí mismo mataron a los hermanos Antonio y Pedro, mientras se llevaban a la cárcel a los hermanos Eliseo y José María; a estos, después de maltratarlos y vejarlos, los fusilaron aquel mismo día por la noche en las afueras de Hinojosa. Eliseo María Camargo nació Osuna (Sevilla) en 1887; de joven ejerció el oficio de lampista y en 1919 hizo su primera profesión; era el cocinero del convento. José María Ruiz nació en Osuna (Sevilla) el año 1902 en una familia humilde, trabajadora y buena; hizo su profesión temporal en 1921; se ocupó de la sacristía y ayudaba en la cocina. Antonio María Martín nació en El Saucejo (Sevilla! ) en 1887 de una familia de jornaleros del campo; muertos sus padres, abrazó la vida religiosa e hizo su primera profesión en 1926; era el portero del convento, humilde, sencillo y servicial. Pedro Velasco nació en Minas de Riotinto (Huelva) en 1892; de joven trabajó como zapatero; en 1933 solicitó el ingreso en la Orden como postulante, se le aceptó, y en esa condición le sorprendió el martirio.- Beatificados el 13-X-2013.
Beato Félix Yuste Cava. Nació en Chulilla (Valencia, España) el año 1887. Estudió en el seminario de Valencia y completó estudios en Roma, donde se ordenó de sacerdote en 1910. Hizo en la Universidad Gregoriana los doctorados en Filosofía, Teología y Derecho Canónico. Vuelto a Valencia, trabajó en el seminario y en varias parroquias, la última la de San Juan y San Vicente de la capital, en las que brilló por su inteligencia y humildad. Durante la persecución religiosa de 1936, se refugió, junto con un hermano suyo sacerdote, en casa de otro hermano. Los anarquistas arrestaron a los dos sacerdotes, y al día siguiente, 14 de agosto de 1936, los fusilaron en El Saler, término municipal de Valencia.
Beato Jocundo Bonet. Nació en Tarragona el año 1875. Tuvo que interrumpir el seminario para hacer el servicio militar en Cuba. De nuevo en Tarragona, fue ordenado sacerdote en 1900. Ejerció el ministerio en su ciudad natal y en Reus. Era caritativo y generoso, amante de la liturgia, muy devoto del Sagrado Corazón y de la Virgen, atendía el confesonario, visitaba a los enfermos, dirigía una escuela para obreros pobres. Al estallar la persecución religiosa, rehusó ausentarse de su parroquia. El 14 de agosto de 1936, lo detuvieron los milicianos y lo asesinaron en la carretera de Alcolea, en Reus. Beatificado el 13-X-2013.
Beato José García Librán. Nació en Herreruela de Oropesa (Toledo) en 1909. Fue ordenado sacerdote el 23 de septiembre de 1933. Lo nombraron párroco de Gavilanes en 1935. Destacó por su preparación intelectual, su bondad y su intensa vida espiritual; visitaba con frecuencia a los enfermos y los socorría si eran pobres. Cuando estalló la persecución religiosa, creía él que no lo denunciarían y siguió en Gavilanes; después se refugió con su hermano Serafín en una casa apartada del pueblo. El 14 de agosto de 1936 los dos fueron torturados y asesinados por los milicianos en el pueblo vecino de Pedro Bernardo (Ávila). Beatificado el 13-X-2013.
Beata María Patrocinio de San José. Nació en Bigas (Barcelona) en 1903. A los 13 años, al fallecer su padre, dejó la escuela y se dedicó a los quehaceres domésticos y a ayudar a sus hermanos en las faenas agrícolas. Tuvo un noviazgo breve. En 1929, vencida la oposición de sus familiares, ingresó en el monasterio de la Presentación de las Carmelitas de clausura de Vic. El 21-VII-1936 tuvo que disolverse la comunidad a causa de la persecución religiosa. Fue asesinada la noche del 13 al 14 de agosto de 1936, cerca de la parroquia de San Martín de Riudeperas (Barcelona), en el km 4 de la carretera de Vic a San Hilario.
Beato Mario Ros Ezcurra. Nació en Lezáun (Navarra) en 1910. Profesó en la Congregación de los Sagrados Corazones en 1929, y, ordenado sacerdote en 1935, lo enviaron a su colegio de Madrid para encargarse de la sección de los pequeños, donde realizó su actividad apostólica. Al iniciarse la persecución religiosa de 1936, se refugió en la pensión de unos tíos suyos; allí celebraba la misa todos los días y repartía la comunión. Detenido y apresado en la checa de Bellas Artes, declaró que era religioso y, con toda discreción, dio la absolución a compañeros de infortunio. Fue fusilado el 14 de agosto de 1936 a las afueras de Madrid. Beatificado el 13-X-2013.
Beato Ricardo Atanes. Nació en Cualedro (Orense) en 1875. Profesó en los Paúles en 1893. Ordenado sacerdote en 1899, lo enviaron a México donde trabajó en un seminario y en la catequesis de los indios mayas. En 1914 pasó a USA para atender a la colonia mexicana. Volvió a España en 1924 y su último destino fue Gijón. Era un místico auténtico y profundo; siempre destacó por su amabilidad con los pobres. En la persecución religiosa de 1936, lo identificaron como sacerdote y lo llevaron a una checa en la que lo torturaron sin piedad. Pasó luego a otras cárceles. El 14 de agosto de 1936 lo fusilaron junto con otros presos en el cementerio de Gijón (Asturias). Beatificado el 13-X-2013.
Beato Vicente Rubiols Castelló. Nació en Gandía (Valencia, España) el año 1874. Estudió en el seminario de Valencia y se ordenó de sacerdote en 1894. Desempeñó el ministerio parroquial en varios sitios hasta que en 1898 tomó posesión del curato de La Pobla Llarga, en el que permaneció hasta su martirio. Era un hombre bondadoso, lleno de celo apostólico, amante de la liturgia, caritativo y limosnero, centrado en su ministerio sacerdotal. Ya antes de julio de 1936 tuvo que dejar su parroquia al instalarse en el pueblo el Frente Popular. El 14 de agosto de 1936 lo arrestaron unos milicianos, que lo fusilaron en el término municipal de Picassent (Valencia) mientras él gritaba: «¡Viva Jesús sacramentado!».

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PARA TENER EL ESPÍRITU DE ORACIÓN Y DEVOCIÓN
Pensamiento bíblico:
San Pablo escribió desde la prisión a los Filipenses: -Para mí la vida es Cristo, y la muerte, una ganancia. Pero si el vivir en la carne significa para mí trabajo fecundo, no sé qué escoger... Me siento apremiado por las dos partes: por una parte, deseo partir y estar con Cristo, lo cual, ciertamente, es con mucho lo mejor; mas, por otra parte, quedarme en la carne es más necesario para vosotros. Y, persuadido de esto, sé que me quedaré y permaneceré con todos vosotros para progreso y gozo de vuestra fe (Flp 1,21-25).
Pensamiento franciscano:
Dice el Señor en el Evangelio: El que no renuncie a todo lo que posee, no puede ser discípulo mío; y: El que quiera salvar su vida, la perderá. Deja todo lo que posee y pierde su cuerpo el hombre que se ofrece a sí mismo todo entero a la obediencia en manos de su prelado. Y si alguna vez el súbdito ve cosas mejores y más útiles para su alma que aquellas que le ordena el prelado, sacrifique voluntariamente sus cosas a Dios, y aplíquese en cambio a cumplir con obras lo que manda el prelado. Pues ésta es la obediencia caritativa, porque satisface a Dios y al prójimo (Adm 3,1-6).
Orar con la Iglesia:
En la fiesta de san Maximiliano María Kolbe, mártir de Cristo, oremos a Dios nuestro Padre.
-Por la Iglesia: para que se sienta fortalecida con el testimonio de los mártires.
-Por los que sufren persecución, humillaciones o discriminación por su fidelidad al Evangelio: para que salgan fortalecidos de la prueba.
-Por los que se dedican al servicio de los demás con gran riesgo de sus vidas: para que su generosidad venza nuestro egoísmo.
-Por las víctimas de las guerras, del odio o del terrorismo: para que su sangre derramada no sea inútil.
-Por todos los cristianos: para que el testimonio de los mártires nos reconforte en las pruebas de cada día.
Oración: Escucha, Señor, nuestras súplicas por la intercesión de san Maximiliano, cuya sangre derramada por Cristo clama a ti en nuestro favor. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
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SAN MAXIMILIANO MARÍA KOLBE
De la Catequesis de S. S. Benedicto XVI
en la audiencia general del 13 de agosto de 2008
Queridos hermanos y hermanas:
Quien ora no pierde nunca la esperanza, aun cuando se llegue a encontrar en situaciones difíciles e incluso humanamente desesperadas. Esto nos enseña la sagrada Escritura y de esto da testimonio la historia de la Iglesia. En efecto, ¡cuántos ejemplos podríamos citar de situaciones en las que precisamente la oración ha sido la que ha sostenido el camino de los santos y del pueblo cristiano! Entre los testimonios de nuestra época quiero citar el de dos santos cuya memoria celebramos en estos días: Teresa Benedicta de la Cruz, Edith Stein, cuya fiesta celebramos el 9 de agosto, y Maximiliano María Kolbe al que recordaremos mañana, 14 de agosto, vigilia de la solemnidad de la Asunción de la Bienaventurada Virgen María. Ambos concluyeron su vida terrena con el martirio en el campo de concentración de Auschwitz. Aparentemente su existencia se podría considerar una derrota, pero precisamente en su martirio resplandece el fulgor del amor que vence las tinieblas del egoísmo y del odio.
A san Maximiliano Kolbe se le atribuyen las siguientes palabras que habría pronunciado en el pleno furor de la persecución nazi: «El odio no es una fuerza creativa: lo es sólo el amor». El generoso ofrecimiento que hizo de sí en cambio de un compañero de prisión, ofrecimiento que culminó con la muerte en el búnker del hambre, el 14 de agosto de 1941, fue una prueba heroica de amor.
«¡Ave María!»: fue la última invocación salida de los labios de san Maximiliano María Kolbe mientras ofrecía su brazo al que lo mataba con una inyección de ácido fénico. Es conmovedor constatar que acudir humilde y confiadamente a la Virgen es siempre fuente de valor y serenidad. Mientras nos preparamos a celebrar la solemnidad de la Asunción, que es una de las fiestas marianas más arraigadas en la tradición cristiana, renovemos nuestra confianza en Aquella que desde el cielo vela con amor materno sobre nosotros en todo momento. Esto es lo que decimos en la oración familiar del avemaría, pidiéndole que ruegue por nosotros «ahora y en la hora de nuestra muerte».
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española. Os invito a contemplar con fervor el testimonio de San Maximiliano María Kolbe. Siguiendo sus huellas, acoged con humildad la Palabra de Jesucristo, meditadla cada día y llevadla a la práctica con valentía y constancia. A ejemplo suyo también, poneos bajo el dulce amparo de la Virgen María, rezando el Santo Rosario y confiando siempre en su amor de Madre. Que Dios os bendiga.
(A los peregrinos polacos) Mañana se celebra la memoria de san Maximiliano María Kolbe. El acto de amor heroico y la muerte del mártir será siempre signo del triunfo de la fuerza de Dios y la nobleza del hombre sobre la inmensidad del mal. Pidamos por su intercesión el don de la paz en el mundo. Que Dios os bendiga a vosotros y a vuestras familias.
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EL IDEAL DE LA VIDA APOSTÓLICA
ES LA SALVACIÓN Y SANTIFICACIÓN DE LAS ALMAS

De las cartas de san Maximiliano María Kolbe
Me llena de gozo, querido hermano, el celo que te anima en la propagación de la gloria de Dios. En la actualidad se da una gravísima epidemia de indiferencia, que afecta, aunque de modo diverso, no sólo a los laicos, sino también a los religiosos. Con todo, Dios es digno de una gloria infinita. Siendo nosotros pobres criaturas limitadas y, por tanto, incapaces de rendirle la gloria que él merece, esforcémonos, al menos, por contribuir, en cuanto podamos, a rendirle la mayor gloria posible.
La gloria de Dios consiste en la salvación de las almas, que Cristo ha redimido con el alto precio de su muerte en la cruz. La salvación y la santificación más perfecta del mayor número de almas debe ser el ideal más sublime de nuestra vida apostólica.
Cuál sea el mejor camino para rendir a Dios la mayor gloria posible y llevar a la santidad más perfecta el mayor número de almas, Dios mismo lo conoce mejor que nosotros, porque él es omnisciente e infinitamente sabio. Él, y sólo él, Dios omnisciente, sabe lo que debemos hacer en cada momento para rendirle la mayor gloria posible. ¿Y cómo nos manifiesta Dios su propia voluntad? Por medio de sus representantes en la tierra.
La obediencia, y sólo la santa obediencia, nos manifiesta con certeza la voluntad de Dios. Los superiores pueden equivocarse pero nosotros, obedeciendo, no nos equivocamos nunca. Se da una excepción: cuando el superior manda algo que, con toda claridad y sin ninguna duda, es pecado, aunque éste sea insignificante; porque, en este caso, el superior no sería el representante de Dios.
Dios, y solamente Dios infinito, infalible, santísimo y clemente, es nuestro Señor, nuestro creador y Padre, principio y fin, sabiduría, poder y amor: todo. Todo lo que no sea él vale tanto en cuanto se refiere a él, creador de todo, redentor de todos los hombres y fin último de toda la creación. Es él quien, por medio de sus representantes aquí en la tierra, nos revela su admirable voluntad, nos atrae hacia sí y quiere, por medio nuestro, atraer el mayor número posible de almas y unirlas a sí del modo más íntimo y personal.
Querido hermano, piensa qué grande es la dignidad de nuestra condición por la misericordia de Dios. Por medio de la obediencia, nosotros nos alzamos por encima de nuestra pequeñez y podemos obrar conforme a la voluntad de Dios. Más aún: adhiriéndonos así a la divina voluntad, a la que no puede resistir ninguna criatura, nos hacemos más fuertes que todas ellas. Ésta es nuestra grandeza; y no es todo: por medio de la obediencia nos convertimos en infinitamente poderosos.
Éste y sólo éste es el camino de la sabiduría y de la prudencia, y el modo de rendir a Dios la mayor gloria posible. Si existiese un camino distinto y mejor, Jesús nos lo hubiera indicado con sus palabras y su ejemplo. Los treinta años de su vida escondida son descritos así por la sagrada Escritura: Y les estaba sujeto. Igualmente, por lo que se refiere al resto de la vida toda de Jesús, leemos con frecuencia en la misma sagrada Escritura que él había venido a la tierra para cumplir la voluntad del Padre.
Amemos sin límites a nuestro buen Padre: amor que se demuestra a través de la obediencia y se ejercita, sobre todo, cuando nos pide el sacrificio de la propia voluntad. El libro más bello y auténtico donde se puede aprender y profundizar este amor es el Crucifijo. Y esto lo obtendremos mucho más fácilmente de Dios por medio de la Inmaculada, porque a ella ha confiado Dios toda la economía de la misericordia.
La voluntad de María, no hay duda alguna, es la voluntad del mismo Dios. Nosotros, por tanto, consagrándonos a ella, somos también como ella, en las manos de Dios, instrumentos de su divina misericordia. Dejémonos guiar por María; dejémonos llevar por ella y estemos, bajo su dirección, tranquilos y seguros: ella se ocupará de todo y proveerá a todas nuestras necesidades, tanto del alma como del cuerpo; ella misma removerá las dificultades y angustias nuestras.
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SAN MAXIMILIANO MARÍA KOLBE (1894-1941)
De la Homilía de Juan Pablo II en su canonización (10-X-82)
«Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos» (Jn 15,13).
Hacia finales de julio de 1941, después que los prisioneros destinados a morir de hambre, habían sido puestos en fila por orden del jefe del campo, este hombre, Maximiliano María Kolbe, se presentó espontáneamente, declarándose dispuesto a ir a la muerte en sustitución de uno de ellos. Esta disponibilidad fue aceptada, y al padre Maximiliano, después de dos semanas de tormentos a causa del hambre, le fue quitada la vida con una inyección mortal, el 14 de agosto de 1941. Todo esto sucedía en el campo de concentración de Auschwitz (Oswiecim), donde fueron asesinados durante la última guerra unos cuatro millones de personas, entre ellas la Sierva de Dios Edith Stein, la carmelita sor Teresa Benedicta de la Cruz.
El padre Maximiliano Kolbe, prisionero del campo de concentración, reivindicó, en el lugar de la muerte, el derecho a la vida de un hombre inocente, uno de los cuatro millones. Este hombre (Franciszek Gajowniczek) vive todavía y está aquí presente entre nosotros. El padre Kolbe reivindicó su derecho a la vida, declarando la disponibilidad de ir él mismo a la muerte en su lugar, ya que ese hombre era un padre de familia y su vida era necesaria para sus seres queridos. De este modo, el padre Maximiliano María Kolbe reafirmó así el derecho exclusivo del Creador sobre la vida del hombre inocente y dio testimonio de Cristo y del amor. Así, escribe, en efecto, el Apóstol Juan: «En esto hemos conocido la caridad: en que Él dio su vida por nosotros; y nosotros debemos dar nuestra vida por nuestros hermanos» (1 Jn 3,16).
Maximiliano se preparó a este sacrificio definitivo siguiendo a Cristo desde los primeros años de su vida en Polonia. De aquellos años data el sueño arcano de dos coronas: una blanca y otra roja, entre las que nuestro santo no elige, sino que acepta las dos. Desde los años de su juventud estaba invadido por un gran amor a Cristo y por el deseo del martirio.
Este amor y este deseo lo acompañaron en el camino de su vocación franciscana y sacerdotal, para la que se preparó en Polonia y en Roma. Este amor y este deseo lo siguieron a través de todos los lugares de su servicio sacerdotal y franciscano en Polonia, y en su servicio misionero en Japón.
La inspiración de toda su vida fue la Inmaculada, a la que confiaba su amor por Cristo y su deseo del martirio. En el misterio de la Inmaculada Concepción se desvelaba a los ojos de su alma aquel mundo maravilloso y sobrenatural de la gracia de Dios ofrecida al hombre. La fe y las obras de toda la vida del padre Maximiliano indican que entendía su colaboración con la gracia como una milicia bajo el signo de la Inmaculada Concepción. La característica mariana es particularmente expresiva en la vida y en la santidad del padre Kolbe. Con esta señal quedó marcado todo su apostolado, tanto en su patria como en las misiones. En Polonia y en Japón fueron centro de este apostolado las especiales ciudades de la Inmaculada.
Estamos en la hora del rezo del Ángelus, la oración que recuerda el misterio de la Encarnación del Verbo en el seno purísimo de María Santísima. Y lo haremos con las inspiradas palabras del nuevo Santo, Maximiliano María Kolbe, apóstol infatigable de la devoción a la Inmaculada: «Al cumplirse el tiempo de la venida de Cristo, Dios Uno y Trino crea exclusivamente para Sí a la Virgen Inmaculada, la colma de gracia y habita en Ella ("El Señor es contigo"). Y esta Virgen Santísima con su propia humildad cautiva de tal manera su Corazón, que Dios Padre le da por Hijo a su propio Hijo Unigénito; Dios Hijo desciende a su seno virginal, mientras Dios Espíritu Santo plasma en Ella el cuerpo santísimo del Hombre-Dios. Y el Verbo se hizo carne como fruto del amor de Dios y de la Inmaculada».
María es el don maravilloso que Cristo ha hecho a la Iglesia y a la humanidad. «Para atraer a las almas y transformarlas mediante el amor -dice también el nuevo Santo-, Cristo manifestó el propio amor iluminado, el propio Corazón inflamado de amor por las almas, un amor que le ha impulsado a subir a la cruz, a permanecer con nosotros en la Eucaristía y a entrar en nuestras almas y a dejarnos en testamento su propia Madre como Madre nuestra».

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